James Reynolds, fotógrafo londinense, inmortalizó réplicas de bandejas con la última comida que pedían los condenados a muerte.
Algunos eligen comida basura y helados, recordando y añorando una pasada niñez libre del (supuesto) crimen.
Otros, lógicamente inapetentes, optan por una comida frugal: una aceituna.
¿Cuál sería vuestra última comida antes de abandonar los sinsabores de este mundo? Yo lo tengo claro (pinchad en "claro")
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