El horror en los cincuenta.

Tras la Segunda Guerra Mundial lo único que le apetece a uno es divertirse. Y Norteamérica se inventó "el horror" en forma de cómic (Tales from the Crypt), en la TV con Maila Nurmi/Vampira ("Buenas noches. Yo soy... Vampira") pero, sobre todo, en el cine.
Con Bela Lugosi ya en las últimas y la Universal de capa caída había que reinventar el género. La Guerra Fría y la consiguiente paranoia asentaron las bases del nuevo horror: la alienación social y la era atómica con sus bichos mutantes.

La tecnología también ayudó: CinemaScope, Cinerama, Smell-o-Vision, 3D.. que, junto con los trucos de William Castle (vibradores eléctricos unidos a la parte inferior de las butacas que cosquilleaban a los desprevenidos espectadores) se consiguió que el público acudiera a los cines en masa. El horror supuso un tercio de la producción total de pelis en EE.UU, imaginad los beneficios...

Incluso salvó los autocines. No había un sitio mejor para ver esas pelis. Era puro entretenimiento, te llevabas a la chica a ver "The Bad Seed" y en la intimidad de tu coche te asegurabas mínimo algún que otro abrazo asustadizo. Me pregunto cuántos embarazos fueron producto de esa moda...

Por el Levante tenemos muchos autocines. Me han dicho que hay uno muy molón en Gijón. Habrá que ir.